Luces del norte en Islandia
Y cuando parece que nada es capaz de sorprenderte miras al cielo y ves una Aurora, en ese momento todo cambia, tu cuerpo sigue allí, pero tu mente, tus pensamientos, tu corazón… salen sin hacer ningún ruido de tu cuerpo y se ponen a tu lado a contemplar la belleza, quizá necesiten un espacio que dentro de tí no existe, quizá salen para intentar captar mejor la energía, quizá aquello es la vida real y no es un sueño que te está engañando, quizá… Lo cierto es que tu cuerpo se queda quieto con la mirada fija en el cielo, en el baile de las luces, en comunión con la naturaleza, en el extasis del sentimiento, y no se mueve ni un milímetro, podría asegurar que te conviertes en un fantasma, y que la gente que pasa a tu lado en ese momento no te ve, hasta podría atravesarte, sintiendo, eso sí, calambrazos en todas las partes de su cuerpo. No piensas nada, no dices nada, ni puedes, ni lo intentas, ni lo necesitas, solo miras y sientes, son las mismas partículas que vienen del sol las que graban el momento en tu mente desnuda. ¿Hace frío? ¿Hace calor? es irrelevante; llueve, nieva, ¡está despejado! da igual… La Aurora se mueve, el baile de la luz se va apagando poco a poco, no es un momento infinito, es temporal y parece que va llegando a su fin. Sientes un espasmo, ya que la mente obliga a los sentimientos y al corazón volver a su sitio, y tú vas tomando consciencia de lo vivido, vuelves a ser tú, un tú magnetizado, ¿lo has soñado? quizá, no puedes asegurar nada:
¿has sacado alguna fotografía?
- sí, he dejado el intervalómetro en modo timelapse
vaya… buena idea
- ha sido antes que la mente saliera fuera
¿y eso como es posible? la mente salió una vez vió a la Aurora
- no lo sé, quizá escuche los golpes de las partículas en los polos
estás soñando
- lo sé, es lo que quería, soñar con esto, y lo he conseguido.