
Aquel ser tan lleno de angustia,
de mirada brumosa y mente atormentada,
aguardaba la llegada de sus demonios, los cuales,
incluso en los tímidos instantes
donde la luz era protagonista,
se alimentaban pacientemente en el abismo de su desesperación,
al tener la macabra certeza,
de la infinita vuelta al hogar de la incertidumbre.