Lomagnupur
Erase una vez una montaña en Islandia de nombre Lómagnúpur de una belleza incomparable. Ocurría que la zona donde habitaba no le hacia justicia, al lado de la carretera más transitada de Islandia y junto a sus dos hermanas que eran desagradables y feas.
Lómagnúpur se veía obligada a recibir todas las influencias de los fuertes vientos y tempestades del norte, protegiendo incluso a sus hermanas, aunque estas siguieran tratándola sin ningún tipo de respeto ni consideración. Nunca me conocerán como a Stokksnes o Kirkjufell… siempre quedaré como tercera, cuarta o quinta opción para quien venga a visitar Islandia, pensaba cada día Lómagnúpur.

Pero llegó un día, en que un fotógrafo apasionado por la naturaleza y el frío llego a Islandia, con el objetivo de inmortalizar todas y cada una de las montañas de la Isla. Al pasar por Lómagnúpur la fotografió durante una tarde entera, quedándose maravillado por su fuerza y sus asombrosos primeros planos. Al llegar la medianoche el frío aumentó tanto y el cielo estaba tan cubierto que hubo que marchar al hotel, quedando el nombre de la zona escondido en una parte poco accesible de su subconsciente.
Ya en casa, para encontrar aquel sitio que tanto le había maravillado, solo tenía como referencia esos primeros planos, el hielo al pie de la montaña, los zapatos de cristal de la hermana mayor, y fue este el punto de partida para encontrar el nombre del lugar. Es Stokksnes, le decían algunos; no, seguro que se trata de Jokul, afirmaban otros; para nada, eso tiene pinta de ser Kirkjufell, creían otros fotógrafos; será alguna cascada, opinaba la mayoría… Pero no, los zapatos de cristal inmortalizados no aceptaban como validas aquella tanda de localizaciones.
Tras unos días de revisión cuál fue la sorpresa de todos al dar con la solución: ¡¡¡era Lómagnúpur!!!, la única montaña a la que le quedaba bien el calzado. Y si bien, no era un lugar propicio para estar más tarde de las 12h de la noche, ya que allí no se podían fotografíar auroras curiosas, y el frío mudaba en pequeñas dagas voladoras que perforaban tu piel… por los atardeceres se convertía en una de las maravillas más impactantes de la Isla, y desde aquel día, tuvo su justo reconocimiento.
Fotografía publicada en 1x.com
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